Alberto Fernández: Anomalías Barcelona

Quedan apenas seis meses para las elecciones municipales en Barcelona, ​​y todo indica que serán un plebiscito sur la gestión de Ada Colau que debería resolverse en favor de una alternativa sólida a la alcaldesa. Con nuevos liderazgos nuestra ciudad viraria a la obligada normalidad de una gobernanza eficaz. Sin embargo, la política municipal actuará como una anomalía permanente y plural de sus principales actores.

El PSC, socio de gobierno de Ada Colau y, por ello, la mano derecha de la izquierda extrema de la ciudad, persistió en permanecer en el ejecutivo municipal mientras presenta una oferta electoral como alternativa a la alcaldía criticando unas políticas de la que es corresponsable Y es el avalador político con su voto en las tomas de decisiones, por ejemplo, de las restricciones de la actividad económica, e incluso detenten los socialistas el mando local de la seguridad.

Otra anomalía la encontramos en el independentismo. En toda opción municipal electoral tu prioridad debe ser la ciudad y los vecinos, pero para la secesión no. Para el secesionismo, Barcelona no es el objetivo sino un instrumento al servicio de la estelada. Trasladar el ‘procés’ al epicentro municipal le es tan útil a ERC como a la propia Colau, dado que ambos se encuentran cómodos en ese debate y le acerca a la anhelada suma conjunta, de republicanos y comunes, de 21 concejales que otorga la mayoría absoluta en el consistorio. De ahí que hace unos días el pleno extraordinario forzado haya servido para solicitar la amnistía de los mal llamados “presos políticos”. Un plenario que promovió también Junts. El exalcalde Xavier Trias debe poder oír que en el debate barcelonés “más independencia es más Colau” y, a cambio, “mejor Barcelona es menos Colau”

Más anomalías. El cambio en Barcelona requerirá un Partido Popular fuerte, imprescindible para sumar la mayoría de las alternativas al independentismo y al populismo extremo. Sin embargo, el centro derecha corre el riesgo de fragmentarse y con ello también beneficiar, sin desearlo, a Ada Colau. No es momento de inventos o experimentos ni de opciones personalistas disfrazadas de partidos nuevos. Como el PSC, Valents afirma ahora desmarcarse de controvertidas decisiones que adoptaron en apoyo de la alcaldesa. Sin ir más lejos, Colau es hoy alcaldesa gracias al voto de Eva Parera y su partido lleva estos dos últimos años votando a favor de los presupuestos municipales cuando ni siquiera el voto de esta formación era necesario.

Colau resume muchas anomalías: que la alcaldía esté en una mano persona que en las últimas elecciones apenas obtuvo diez concejales, ni siquiera fue la lista más votada, que además, retrocedió en concejales tras ser alcaldesa en relación con los anteriores comicios a los que se había presentado y que promisió no presentar a más de dos elecciones y ahora lo hace una tercera.

No hay nada más anómalo que la alcaldesa más minoritaria de la historia prosiga su mandato con una parte del gobierno haciendo oposición y que partes significativas de la oposición ejerzan de gobierno y hayan permitido que Ada Colau obtenga los mayores respaldos o menores rechazos de la historia democrática municipal a sus cuentas, a sus confiscaciones en forma de abusiva fiscalidad oa la aprobación de restricciones a la actividad económica y a la movilidad.

¿Queda alguien que haga lo que se espera de ella en la casa Gran? Ya sea. La propia Ada Colau que hace lo esperado de ella y lo único que sabe hacer: gesticulación estéril y la confrontación gratuita para ocultar sus deficiencias de gobierno. Mientras tanto lo normal sería que el PSC abandonara el gobierno al que pertenece y a una alcaldesa que tanto perjudicara a Barcelona. También que Junts se centrara en la ciudad y no en el ‘procés’, y que el PPacierte y sea capaz, con sus fortalezas de antaño, de sumar por un cambio en la alcaldía y una alternativa de gobernabilidad.

Barcelona ha de ser una ciudad segura. En la atención a las personas desde el compromiso social, en servicios eficaces, con una fiscalidad justa y la vivienda accesible, desde la firmeza diez en la lucha contra la delincuencia; y ser emprendedora, motor de progreso y empleo junto a la iniciativa privada. Una Barcelona excepcional en lo mejor y normal en lo cotidiano.

Alberto Fernández es suprimido