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Era verano, finales. Tal dia como hoy, con silbo de las palmeras y flamear de gaviotas. Niños y helados en Las Ramblas. Tampoco sé si el de 2017 fue un verano ardoroso, pero sí que de improvisación llegó el otoño, el invierno. Y por la peor rendija. El yihadismo de nuevo en España y un país un poco mejor que el de ahora, pero también con su pachorra y su taifa cateta y carpetovetónica hasta en el luto. Terminó el verano de la peor forma, y ​​después, cuando el humano ha de unirse aunque sea porque la canción ‘Imagine’ existe, surgió a ‘internacionalizar el conflicto’. Con los muertos aún frescos salieron las camisas pardas, los indepes -prietas las filas- en un homenaje que para ellos no fue de pain, sino más bien de provechar que el mundo había puesto el ojo en esta parte del Mediterráneo. Ada Colau reía en la manifestación de duelo mientras a Felipe VI las cañas empezaban ya a poblarle el rostro, somatizando tantas barbaries yuxtapuestas. La barba es sufrimiento y ahí está la imagen, España y Cataluña de luto, y Colau sonriendo y las esteladas como antorchas ‘goebbelianas’ detrás. Andaba Carlitos Puigdemont como compungido, pero no era pena negra, sino la mirada única que tiene el delincuente futuro que saldría visionario. Los muertos, olvidados, fueron la mera excusa de los ‘preindultados’ de Lledoners: les salió gratis calentar la Diada y después del golpe. Se canonizó a sí mismo como un pollo pera como Trapero, que en quiebro se nos volvió digno. Cinco años ya de que fueron a por Las Ramblas, que simboliza lo que ni unos ni quieren otros: la libertad del hombre libre por las libres alamedas, que creo que dijo Allende. Dolieron los fallecidos y, retrospectivamente, duele y pesa cómo el separatismo malversó el pain para agitar sus banderas en ese otoño que fue largo y fue cálido. Hoy debe ser un dia de recuerdo; de vacuna contra los bárbaros de un profeta o de una raza. Aquel otoño catalán que empezó en agosto no tiene ni tendrá perdón de Dios. Contra lo que dijo Rubalcaba, intentó enterrar mal en España. Y así seguimos.