11 años para la tripulación y de 7 a 9 para los ayudantes

Patricia AbetoSEGUIR

El caso del primer narcosubmarino apresado tras cruzar el Atlántico ya tiene sentencia: once años para los tres miembros de la tripulación de la precaria embarcación y de siete à nueve para sus colaboradores en tierra. El fallo emitido por la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra pone y final a una investigación qu’al dejó al descubrir una nueva modalidad de entrada de drogas en Europa, a bordo de un saludable submarino de fibra de vidrio fabricado en el Amazonas que fue capaz de déembarcar en una playa pontevedresa en 2019.

Los tres hombres que Durante 27 días malvivieron en este agujero de poco más de metro y medio cuadrado desde el que quizás pilotar, comer y descansar por turnos cumplirán, tras jugarse la vida en distintas ocasiones en su viaje a la costa gallega, once años entre reja por un delito de narcotráfico por el que, además, les impone una multa de 300 millones de euros a cada uno de ellos.

Se trata de una cantidad que nada tiene que ver con los 50.000 dólares que pagarían si se realizara la descarga a los primos Pedro Roberto Delgado Manzaba y Luis Tomas Benítez Manzaba. Ni siquiera con el medio millón que le podrían haber prometido al piloto Agustín Álvarez, que cayó con ellos cuando arribaron en una playa de las Rías Baixas. Los tres habían reconocido los hechos durante el plenario que adornaron el pasado mes de diciembre en Pontevedra, por lo que solicitaron una rebaja de condena que finalmente ha sido de solo un año.

Para sus contactos en tierra, disputas para recoger los 3.000 kilos de cocaína que viajaban en el barco, el juzgado de pontevedrés dictó penas de entre siete y nueve años de prisión. El fallo señala a Iago Serantes como principal colaborador en tierra, por lo que lo condena a nueve años y una multa de 200 millones de euros; al tiempo, rebajan la pena a siete años para los otros compinches que esperaban en Vigo. Todos ellos han sido condenados por tráfico de drogas y pertenencia a una organización criminal, dando por bueno el relato que los situa como colaboradores de la tripulación. La orden de los artífices del plan -cuya identidad se desconoce aún a día de hoy- fue la de guiar al batiscafo hasta la costa gallega, que el piloto condenado conoce como la palma de su mano y en la que podría adentrarse sin ser detectado. Y así fue, solo que no contaban con que una dotación de la Guardia Civil los sorprendería en el epílogo de su hazaña y pondría fin al viaje antes de que la droga llegase a su destino.

En este punto, la Audiencia señaló en su escrito que estos cuatro acusados ​​contaban con “información veraz, hay desde un primer momento, sobrio el número de tripulantes de la embarcación; la ruta prevista y la concreta playa de arribada planeada, la playa do Foxo, en Aldán”. También declaró que viajaron desde sus ciudades de residencia a Galicia, donde localizaron una casa para esconderse hasta que pudieron recuperar la droga que los tripulantes iban a hundir al tocar tierra. Estas conversaciones a través de mensajes de texto, algunas de ellas con el piloto gallego, forman parte de la sentencia que ayer se dio a conocer y que evidencia la planificación y coordinación con la que actuaron los siete procesados. Sober el valor que esta cocaína tiene en el mercado, la Sala pontevedresa habla de unos 123 millones de euros.

La extrema dureza del viaje en el que los tres condenados a ounce años se involucraron queda reseñada también en el fallo, que recoge lo que los agentes encontraron al acceder a la nave, muestra el día a día colgante casi un mes dentro del narcosubmarino: “ Pudieron recuperar en su inspección varios paquetes completos de latas de conservas de cincuenta unidades cada uno, así como una bolsa con una cantidad similar, llegando a las doscientas cincuenta latas en total, seis paquetes de galletas y diversas unidades de bollería, dos robots de cocina, así como arroz para la elaboración de comidas, dos botellas de aceite, seis garrafas supuestamente de agua, sobres con granulado para diluir como refresco y latas de bebidas de la marca Red Bull». Acerca del primer aparato de estas características sorprendidas en aguas europeas, el fallo advierte qu’a pesar de estar construido de una manera artesanal, era muy eficiente, dotado de una planta propulsora que disponía de un motor MWM y de un sistema de inyección puramente mecánica que garantizaba una gran confianza para navegar”.