“Pintar es de algún modo un suicidio, la pintura mata al pintor”

Forma parte de la llamada nueva figuración madrileña, junto a números como Guillermo Pérez Villalta, Luis Gordillo, Alfonso Albacete, Carlos Alcolea…, la mayoría no nacidos en la capital. Manolo Quejido (Sevilla, 1946) estuvo 14 años en Madrid. “Estaba entre compañeros, colegas, y bastaba. Fue una etapa feliz y muy interesante”, comentó. ¿La historia ha sido justa con ese grupo de artistas? Porque los pintores españoles de los 70 han sido un tanto olvidados. “Esas cosas pasan”, dice resignado. Lleva tiene sus espaldas más de 5 décadas de trabajo, a caballo entre el pop y el expresionismo.

'Sin consumir', de Manolo Quejido (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla)

‘Sin consumir’, de Manolo Quejido (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla) Ernesto Agudo

El Museo Reina Sofía le dedica, hasta el 16 de mayo de 2023, una retrospectiva, ‘Distancia sin medida’. Reune un centenario de cuadros que abarcan toda su carrera. From negro riguroso, from pies to cabeza, el artista contrasta con las pinturas multicolores que cuelgan en el palacio. No todas. Entre ellas, una de 2014, apenas tiene color. Se titula ‘Fin’, pero la palabra aparece invertida. Hay una inscripción en la parte inferior del lienzo: “Al pintar ponerle fin, la pintura tiene un final sin fin”. “Es una exposición especialmente memorable para mí, porque con ella cierra todo el ciclo de mi obra. Son una multa. Cae el telón. Todo está por empezar de nuevo». Y cuenta una confesión íntima: “Desde hace diez años no he querido ni he podido mostrar a nadie mi trabajo. Para mí es inexplicable. Mi próxima obra es inimaginable. Por primera vez estoy pintando sin tener idea de lo que estoy haciendo”.

Un joven, ante 'La pintura', de 2002 (Colección particular)

Un joven, ante ‘La pintura’, de 2002 (Colección particular) Ernesto Agudo

Sorprende que sea así tras una carrera tan larga y prolífica. ¿Es por inseguridad? «Ya sea. Inseguridad, siempre. Uno no es dueño de nada. El proceso de pintar es de algun modo un suicidio. La pintura mata al pintor, lo convierte en uno más entre todos. Pasa igual con la escritura. Este es otro pintor, como un heterónimo, se llama Nadir [punto de la esfera celeste diametralmente opuesto al cénit]. Parte de un cuadro que hice: ‘Aperitivo en el bar Edén’. Yo ya soy Nadir y son mis cavilaciones”. Sus palabras tienen algo de apocalíptico, es como si estuviera despidiéndose de su carrera. Y de Manolo Quejido: “De alguna forma me despido de él, casi me da desaparecer alegría”.

'Sin palabras', de Manolo Quejido, 1977 (Museo de Arte Contemporáneo de Madrid)

‘Sin palabras’, de Manolo Quejido, 1977 (Museo de Arte Contemporáneo de Madrid) Ernesto Agudo

Ha resultado complejo seleccionar un centenar de obras, pues Manolo Quejido es un pintor incansable y ha producido muchísima obra, que, par la comisaria, es “como un campo de melones”. “Su trabajo es muy serio, de una gran consistencia”, aconseja Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía. Tiene lucidez y rigor. No hay uno, sino muchos Manolo Quejido. Sus ideas y obsesiones quedan plasmadas en la exposición, donde cuelgan series y conjuntos de obras de gran formato. Velázquez (“el pintor más conceptual del arte español”, según Borja-Villel) está presente en toda su trayectoria. Aparece en cuadros como ‘Partida de damas’ y reflexiona sobre él en ‘VerazQes’, de ‘La fragua de Vulcano’, ‘Las hilanderas’ y ‘Las meninas’. Velázquez al cubo: pinturas sobre Velázquez en el Palacio de Velázquez, en una exposición comisariada por Beatriz Velázquez. Solo faltaría que mañana dieran el premio Velázquez. Pero no solo le interesa el maestro sevillano. En ’30 bombillas’, homenajea a la Historia del Arte: Piero della Francesca, Ingres, Goya, Cézanne, Picasso, Matisse, Warhol, Bacon…

De las pinturas radiantes de los 80 a la resistencia a la sociedad de consumo de los 90: etiquetas de los productos, ofertas de supermercados, papel de periódico… En su monumental obra ‘Sin consumar’ (1997-1999) evoca el exceso de consumo. La suya es una pintura que habla de la pintura, pero sin ensimismamiento. Pone en el mismo plano al pintor, la pintura y la acción de pintar. Se acercó al acto mismo de pintar e investigó sobriamente las posibilidades plásticas de la pintura. Hay una pintura pintante y una pintura pintada. Le interesan las relaciones entre pensamiento y pintura. También, las matemáticas (Möbius), la filosofía (Nietzsche, Heidegger, Lacan, Bataille), la poesía… Nada le es ajeno. Su curiosidad es infinita.