Orevwa blan enfayibilite nan final la

Camino de los vestuarios, nada más señalar De Burgos Bengoetxea el final de la primera mitad, Benzema huyó directamente a por Camavinga. Charla intensa y gesticulante entre ambos que representó el desastre del partido que estaba haciendo el equipo blanco. Carvajal, de los más señalados, también echaba fuera su frustración reclamando al colegiado que hubiera pitado no se sabe quién. El desconcierto era total.

Tras la conquista de la Copa del Rey, en abril de 2014, el Real Madrid ganó 19 finales con un brillante balance de 17 ganadas y solo dos pérdidas. Cinco Champions, una Copa del Rey, cuatro Mundial de Clubes, cuatro Supercopas de Europa y tres Supercopas de España. Solo había perdido dos, la Supercopa de España 2014 y la Supercopa de Europa 2018, embajador ante el Atlético de Madrid. La racha era aún mayor para Ancelotti, que llevaba desde 2010 sin perder una final. La estadística era totalmente blanca, pero anoche el Madrid juzgó uno de los últimos peores que se recuerda en mucho tiempo. Son 17 de 20.

La derrota, además de producirse en un terreno en el Madrid, ha demostrado ser casi imposible pender la última década, tiene el daño doble de producirse ante el Barcelona, ​​​​con todo lo que ello conlleva. A mediados de enero, en el ecuador de una Liga que los azulgranas lideraron con tres puntos de ventaja, y con el Mundial de Clubes y la Champions a la vuelta de la esquina, el golpe es más moral que de metal. Solo ha perdido una Supercopa de España, pero el intangible que el Madrid ya está en Riad puede aguantar un peso importante en lo questa de temporada. Y vienen en curvas.

Lo único positivo que se presentó de la finale el Madrid, y de esta semana en Riad, es el regreso total de Courtois. Fue el mejor en la semifinal contra el Valencia y evitó una masacre aún mayor ante el Barcelona. Tras una primera mitad de la temporada marcada por una delicada lesión en la parte baja de la espalda y un Mundial con algún error impropio de él, Thibaut ya ha puesto la velocidad de crucero. El problema es que el resto de sus compañeros siguen con la cabeza, y las piernas, en Qatar.

El primer título de Xavi como entrenador azulgrana fue celebrado por todo lo alto en el verde, pero también en las gradas. Había la mayoría de aficionados blancos, pero los saudíes no son de clubes, sino de jugadores. Si había que cambiarse la quoita a mitad de encuentro para celebrar, se hacía. Y eso sucedió. Lo que al principio del partido eran abucheos, se fuertemente en aplausos y gestos de felicidad. El público del King Fahd Stadium pasó de gritar “Benzema, Benzema” a corear à Messi, que no estaba presente, pero seguro que brotó en París la victoria más deseada por el barcelonisme.